miércoles, 3 de noviembre de 2010

Corrupción

“Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja y vi que había arreglado al mundo”. Gabriel García Márquez

Mentalidad cortoplacista y satisfacción inmediata. Ser “vivo”, la cualidad más apreciada, “hacerse rico de la noche a la mañana”, el sueño más acariciado. Con nuestro ejemplo hemos brindado una visión del mundo donde la trampa y la mentira son posibles. Al no cumplir mis promesas, al eludir mi responsabilidad, al callar ante lo indignante, al no exigir ni exigirme, al resignarme a que las cosas no cambiarán, enseño que la dignidad se puede comprar y vender. Que la impunidad es posible.

En mi opinión, la corrupción surge desde la desconfianza hacia el futuro; de la mentalidad de la escasez. No hay suficiente para todos, así que tomo todo lo que pueda, aunque lo tenga que arrebatar. Las mentes defensivas no son creativas ni cooperativas, compiten en vez de colaborar. Los abusados entran por la puerta lateral pudiendo entrar por la principal. El poder que más atrae es el poder hacer trampa. Pasando por alto los elementales principios de convivencia, robamos tiempo al tiempo, ganando aunque el otro pierda, y al final el que pierde es el país donde vivimos.

Desde nuestro pedestal no nos damos cuenta que una parte del problema es el pedestal desde donde señalamos las faltas de los demás, incluyendo las del gobierno. ¿Podíamos esperar algo diferente a lo que estamos viviendo? ¿Pensábamos que podíamos actuar así y exigir a los demás conductas distintas?

Podemos evadir la ley, pero nunca las consecuencias de nuestras acciones. Al corrompernos, nos traicionamos, perdemos nuestra integridad como seres humanos, nos “rompemos” (de ahí el término “corromper “).

No se puede tener un patrimonio exterior, si primero no se tiene uno interior: puntualidad, limpieza, honestidad, trabajo en equipo, disciplina, respeto, cultura de la legalidad, valores que promueven el bienestar común, que también es el nuestro.

Los Sindicatos de Trabajadores en Japón presentan pliegos de ofrecimientos a la empresa: “en un año, ofrecemos fabricar 10% más, ¿qué nos ofrecen a cambio?”. En México se presenta pliego petitorio: más dinero y menos trabajo.

También utilizamos la religión para pedir y esperar.

En Latinoamérica fracasan al menos 75% de las nuevas empresas en los primeros 3 años. No tenemos la disciplina de sembrar y esperar a que crezca lo sembrado, queremos resultados inmediatos, empezar a lo grande y que a los dos años el negocio nos dé para carro nuevo, vacaciones, cambio de casa...

¿Qué hace un anglosajón los domingos? Lava su coche, poda su jardín, tiene su garaje lleno de herramientas, pues la mano de obra es cara. Aprovecha los fines de semana para reparar asuntos pendientes de plomería, carpintería en su casa; practica su hobby, prepara una barbacoa en su jardín.

¿Son así porque tienen esos países, o tienen esos países porque son así? Nos educamos para ser empleados y hacer lo esencial, nuestro objetivo en la vida es que den las 5 de la tarde. No aprendemos a amar y a disfrutar lo que hacemos, ni a hacer lo que amamos y disfrutamos.

La teoría de las Ventanas Rotas se basa en la premisa de que el crimen es el resultado inevitable del desorden. Se encontró que el crimen, en cualquier centro urbano, era mayor en las zonas donde prevalecía el descuido, la suciedad y el maltrato a los bienes públicos. Si no se reparaba pronto una ventana rota, o se limpiaba un grafiti, o se recogía la basura, se transmitía la idea de deterioro, desinterés y ausencia de ley y la gente pronto empezaba a hacer más de lo mismo. Al romperse los códigos de convivencia, se propiciaba a cometer delitos.

Según el Índice de la Percepción de la Corrupción 2010, México se ubica entre los países más corruptos del mundo, al ocupar el sitio 98 de una lista de 178 países… 39 escaños más abajo que hace 10 años.

En las estaciones del metro de Viena no piden boleto para entrar. A pesar de eso, todos lo compran. De manera aleatoria, un encargado sube al vagón a recogerlos, y ese día no encuentra problema, pues todos lo llevan. En otros países, los periódicos se venden dentro de una caja, donde uno pone el precio y saca UN periódico, y deja el resto en su lugar.

Según un estudio, el simple hecho de enterarnos de que alguien presta ayuda puede tener un impacto único, inducir un cálido sentido de elevación. Los psicólogos usan el término “elevación” para designar la luz que se nos enciende cuando somos testigos de la bondad de alguien. La elevación, sugiere esta investigación, es contagiosa. Cuando alguien ve un acto de bondad, se despierta en esa persona el impulso de realizar una acción similar. Las “malas acciones” se contagian, pero “las buenas” ¡también!
"Las cosas que trascienden en la vida, no se dan por lo que tú haces, sino por la semilla que siembras"

¿Y si desde hoy nos proponemos empezar a contagiar acciones diferentes encaminadas al bienestar común; y si sembráramos la semilla con nuestro ejemplo?
¿y si se vuelve una pandemia?
Que empiece por mí…por ti…por todos, ¿LISTOS?
… ¡a la una!,
… ¡a las dos!
… ¡a las siempre!.

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