lunes, 4 de octubre de 2010

Consumo


“La felicidad no consiste en tener más, sino en necesitar menos”.

Recientemente fui a buscar un cartucho de tinta para mi impresora y me encontré con que costaba lo mismo que una impresora nueva. El sistema me estaba invitando a tirar a la basura una impresora en excelente estado para comprar otra. Lo mismo sucedió cuando quise adquirir un cargador original para mi laptop.

Después de la Segunda Guerra Mundial, para rehabilitar la economía, el analista del presidente Eisenhower propuso: “La economía enormemente productiva exige que hagamos del consumo nuestro estilo de vida, que convirtamos el comprar y utilizar bienes en auténticos rituales, que busquemos nuestra satisfacción espiritual, la satisfacción del ego, en consumir... necesitamos que se consuman cosas, se quemen, se sustituyan y se tiren, todo ello a un ritmo cada vez más rápido”.

¡Claro! por eso se diseñan los productos de modo que se vuelvan obsoletos en poco tiempo, pues cuando las cosas se fabrican bien, duran, y los mercados se saturan demasiado pronto.
Valores como la frugalidad, el ingenio, el ahorro, la cooperación, la convivencia, el bien común, la solidaridad, y la administración de recursos, se están volviendo obsoletos en esta sociedad de “usar y tirar”.

Éstos se han ido reemplazando por otros como la seguridad, la acumulación en exceso para asegurar un futuro incierto, el individualismo, la competencia, y la cosificación de todo ser vivo. Hemos basado nuestra identidad en la idea de poseer cada vez más. La ambición es algo positivo y el sentirse satisfecho con lo que se tiene es  sinónimo de mediocridad y conformismo.

Los consumidores compartimos un modo de vida y una cultura cada vez más uniforme, con los mismos productos de las mismas tiendas, “gracias” a la globalización. Muy poco de lo que compramos es necesario para nuestra supervivencia, ni siquiera para las comodidades humanas básicas. Compramos por impulso, por novedad, por deseo momentáneo, por capricho, o porque “es un lujo, pero… creo que lo valgo”.

Actualmente vemos más publicidad en un día de la que veíamos hace 50 años en una vida entera. Y toda ella dedicada a decirnos que estamos mal, pero que todo se arregla con salir de compras. Nos enredamos cada vez más en un círculo vicioso de trabajar, comprar, endeudarse y trabajar para pagar las deudas. Consumimos a costa de hipotecar el futuro.

Los costos de los productos se mantienen bajos a costa de explotar la mano de obra. Los celulares, las computadoras, consolas de videojuegos y muchos otros aparatos desechables se fabrican utilizando un metal llamado coltán.

Una de las principales minas de coltán se encuentra en El Congo. Su explotación daña especies protegidas como gorilas o elefantes. Además el mineral lo extraen principalmente niños, que dejan la escuela a cambio de un dólar al día. Esto para extraer los metales con los que se fabrican nuestros celulares que, al cabo de un año, seguramente terminarán en la basura.

Al comprar, usar y tirar, todo para volver a comprar, mantenemos vivo este sistema. Hoy día consumimos el doble que hace 50 años. El tiempo libre se ha vuelto un artículo de lujo. Trabajamos más que nunca. Y… ¿para qué? Para tener dinero y comprar todo lo que nos hacen creer que necesitamos.

Nuestras decisiones como consumidores tienen repercusiones ecológicas, sociales y espirituales. Hay más de 100 mil químicos sintéticos en el comercio actual, y no se han estudiado sus efectos en la salud. El Retardante de Fuego Brominado (químico que hace las cosas más resistentes al fuego), por ejemplo, es una neurotoxina que se utiliza indiscriminadamente en nuestras computadoras, ¡incluso en nuestras almohadas! Lamentablemente el gobierno cuida más los intereses económicos que nuestra salud.

En las últimas cinco décadas, el consumo de agua se ha triplicado; el de combustibles fósiles se ha quintuplicado; las emisiones de dióxido de carbono han aumentado un 400%; el 80% de los bosques originales del planeta ha desaparecido; en las últimas tres décadas se han consumido un tercio de los recursos naturales. Tiramos el doble de basura que hace 30 años. Y, además, somos menos felices que hace 50 años.

Resulta vital que reflexionemos y eduquemos a nuestros hijos en torno al hábito de “comprar por comprar”.


Cuidemos la naturaleza antes de que ésta nos pase la factura.
Aprendamos a promover la durabilidad, la reparación y la actualización de los productos que compramos, en lugar de programarnos para que nos sean obsoletos y terminen en poco tiempo en la basura.

Y tú, ¿cuánto necesitas gastar para ser feliz?

4 comentarios:

  1. Excelente post Gisela, el trabajo está en educarnos y sobre todo educar a las generaciones futuras. Desgraciadamente en cuanto a lo que compramos en ocasiones si es difícil reparar, ya lo dijiste es mas económico para nuestro bolsilo comprar nuevo que reparar. La respuesta entonces en educarnos para comprar lo que si necesitamos, en lugar de lo que nos dicen que necesitamos. habemos personas que hemos aprendido a ser felices gracias a nuestra propia historia. En un post mecnionaba precisamente el hecho de que aun hay cosas que podemos hacer sin que tengan un costo para nuestro bolsillo. Una lección para los padres que de alguna forma tratan de compensar la falta de tiempo para sus hijos enseñandoles a consumir (lo cuál difícilmente está cerca de la FELICIDAD) Felicidades Gisela me alegro de que al igual que a otras personas Dios te haya puesto en mi camino. Es un gusto encontrar personas que aun escriban, que critiquen, que piensen y que estén dispuestas a encontrar ideas diferentes también.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Dice El-Ghazali: "Posees sólo aquello que no podrás perder en un naufragio". ¿Qué tanto me miento a mí misma, a mi mismo y para tapar alguna necesidad real compro algo?

    ResponderEliminar
  3. Una de las causas raíz de la problemática que el mundo vive, pero que no enfrenta, es lo que he denominado ego-consumo. Hoy por la mañana comente que no podemos llamar empresa sustentable a aquella que su producto está justamente dirigida a ese nicho de mercado. Hace algún tiempo escribí un artículo relacionado que ahora te comparto:

    http://ramari.blogspot.com/2009/03/tarjetas-de-credito-y-la-moderna-tienda.html

    ¡Buen artículo!

    Felicidades

    ResponderEliminar